como barrer con la mano violentamente los cachivaches enmohecidos de una mesa vieja y empolvada y sacudirse las palmas sucias para poner un jarrón nuevo con flores así son las palabras cuando reaparecen caprichosas
me gusta follarme su alma lamerle las tetas a su alma abrirle las piernas a su alma chuparle el clítoris a su alma sacar mi verga erecta y meterla en el coño jugoso de su alma mojar mi verga en el coño de su alma llenarle de semen el alma escuchar como jadea su alma ver como se muerde los labios su alma y sobre todo me gusta como al final se desalma
cuando no estás te amo con mi mano magreándome el alma soy yo mismo autor intelectual y material de mi delito cuando no estás no queda más que el aire tragándose mi néctar
Deme dos empanadas de chorizo. Le dije a la vendedora de empanadas. Dos empanadas doraditas rellenas de jugosos trozos de chorizo. Mi suculento desayuno. En tres mordiscos ya habían desaparecido.
Deme otra empanada de chorizo, ¡por favor!
Y al primer mordisco y de la pulpa sustanciosa de mi empanada, el pequeño destello verde iridiscente del cadáver de una mosca ahogada en la grasa.
Así también, me repugna la social democracia.
lunes, 1 de abril de 2013
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Ella no sabe decir Vida. Ella dice Pies con llagas caminando sobre lava y tachuelas. Ella no sabe decir Qué día tan hermoso. Ella dice ¿Cuánto costará el pasaje en un diente de león? Ella no sabe decir la Revolución y la Ultraderecha no sirven. Ella dice el excremento supurado ahora tiene el derecho de hablar en el Congreso. Ella no sabe decir Soy poeta. Ella dice Soy lo más sencillo, un vaso con vodka lleno de jazz. Nunca una paloma posando en el cableado.
Ella no sabe decir Te Amo. Ella dice Mastícame los huesos hasta que te conviertas en misticismo.
De niño solía hacer puentes de arena, se me dificultaba el pelar naranjas, me gustaba el aroma de los útiles escolares nuevos y comía muchas, muchas ciruelas. Extraño el timbre del recreo y los paseos sobre los hombros de papá.
Bajo un farol ...la ciudad se convierte en letras y se observa la realidad urbana, el olor de la rutina con el café de las mañanas, el reportero del noticiero pesimista del medio día, los muslos de porcelana entrecruzados de una mujer sentada en la estación del metro, la luz roja del semáforo odiada por los taxistas, la noche con el humo de cigarrillo y los neones que titilan de placer o tal vez de miedo. Bajo un farol se ven las redadas de policias, las prostitutas en andenes saludando a la luz automotriz, se escucha el silencio interrumpido por las sirenas de ambulancias y se ven los peatones aburridos regresando a casa. Bajo un farol ...la ciudad se convierte en letras.