Deme dos empanadas de chorizo.
Le dije a la vendedora de empanadas.
Dos empanadas doraditas
rellenas de jugosos trozos de chorizo.
Mi suculento desayuno.
En tres mordiscos ya habían desaparecido.
Deme otra empanada de chorizo, ¡por favor!
Y al primer mordisco
y de la pulpa sustanciosa de mi empanada,
el pequeño destello verde iridiscente
del cadáver de una mosca ahogada en la grasa.
Así también,
me repugna la social democracia.
Estudiantes de EU: referente moral
Hace 1 día
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