jueves, 22 de noviembre de 2012

***

Aquella noche a ella se le dio por alucinar
y me tomó desprevenido
con una de sus preguntas filosas,
me dijo: ¿Porqué escribes Mario?
Uno queda en estado catatónico,
como cuando es asaltado 
por el hampa en plena noche caraqueña.
Pensé y respondí: Escribo para parecer interesante.
Para ganarme culitos fáciles y prestigiosos.
¡Cónchale! La verdad escribo 
porque el chamo bonito de mi curso
en bachillerato llegó un día al salón
presumiendo unos poemas deprimentes
y se levantó el culo redondito 
de la profesora de Inglés.
Escribo por feo.
Porque mi pubertad fue una masturbación cotidiana
que le rezaba a Dios para conseguir una novia.
Porque le prestaba mi bicicleta nueva
a la niña linda de la cuadra
sin conseguir ni siquiera un beso en el cachete.
Escribo por ser de labia barata
y hablar sin argumentos.
Escribo por mudo.
Por ser mi idioma.
Por lograr algún día
ponerle un buen final a un poema.


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